Operaciones Transfronterizas
Los documentos revelan una red de vigilancia que trascendió las fronteras nacionales, convirtiendo todo el Cono Sur en un campo de persecución sin refugio posible para los perseguidos políticos. Ningún exiliado estaba a salvo.
Los archivos documentan cómo las dictaduras del Cono Sur construyeron una red de vigilancia transnacional que utilizaba organismos internacionales como Interpol, así como canales diplomáticos, servicios de inteligencia y coordinación directa entre fuerzas de seguridad para rastrear, localizar y capturar a opositores políticos más allá de sus fronteras.
Esta red operaba mediante múltiples mecanismos simultáneos: circulares rojas de Interpol utilizadas indebidamente con fines políticos, comunicaciones cifradas entre servicios de inteligencia, vigilancia en embajadas y consulados, listas negras compartidas en aeropuertos, colaboración con agencias como FBI y CIA, y operativos coordinados de secuestro transfronterizo.
Los documentos demuestran que ningún país del Cono Sur era refugio seguro. Un exiliado argentino en Uruguay, un chileno en Brasil, o un uruguayo en Argentina podían ser localizados, vigilados y capturados gracias a esta red que convirtió la región entera en un aparato de represión coordinada.